La obesidad se ha convertido en una epidemia en todos los ámbitos de la vida. Desencadenante de muchas enfermedades, como la diabetes de tipo 2, los infartos de miocardio, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, es una de las mayores amenazas para la salud a las que se enfrenta la población hoy en día.
Los pacientes han probado todo tipo de tratamientos, dietas, programas de ejercicio e incluso cirugía para curarla, pero a menudo con escasos resultados. ¿Existe otra alternativa?
Quiero hablar con un especialista en células madre
Las células madre podrían tener la clave
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En las dos últimas décadas, la terapia con células madre se ha convertido en un pilar del tratamiento médico moderno para una serie de enfermedades que afectan a todas las partes del cuerpo. Las células madre -que son células especiales extraídas de fuentes como la médula ósea- tienen la capacidad de recrear nuevos tejidos en el organismo, reparando los daños causados por enfermedades o lesiones.
Las células sanas trasplantadas crecen y se adaptan a su nuevo entorno, acelerando el proceso de curación del organismo.
Ahora se ha determinado que las células madre también pueden ser útiles para combatir la obesidad. Su función es combatir los efectos del tejido adiposo blanco (grasa), que almacena el exceso de energía, acelerando el crecimiento del tejido adiposo marrón, que en realidad quema la energía no utilizada.
La mayor concentración de adiposo pardo pone en marcha varios procesos de quema de grasa, entre ellos:
- Impulso del metabolismo general, que aumenta la conversión de la grasa almacenada en energía.
- Reducción de la resistencia a la insulina, el principal factor de la diabetes.
- Disminución de los lípidos (grasas en sangre) que contribuyen a las enfermedades cardiovasculares.
Una vez que se ha reajustado el “termostato” metabólico del cuerpo, éste empieza a utilizar las calorías con mayor eficiencia, quemando grasa en lugar de almacenarla. Las células madre actúan como catalizador en este proceso, proporcionando al organismo la ayuda adicional que necesita para alcanzar -y mantener- un peso corporal más saludable.
¿Cómo se hace?
La terapia con células madre es lo más natural posible. En pocas palabras, consiste en tomar células de una parte del cuerpo y depositarlas en otra.
Este proceso se denomina terapia con células madre “autóloga”, porque utiliza células procedentes únicamente del paciente, en lugar de las de un cordón umbilical, un embrión u otra persona.
Una gran ventaja de la terapia celular autóloga es que el riesgo de una mala reacción o rechazo celular es prácticamente nulo, ya que el paciente está recibiendo sus propias células.
Antes de la extracción, el paciente es evaluado por el médico, que solicitará pruebas de laboratorio rutinarias, como un hemograma completo. Esto se hace como medida de precaución; la mayoría de las personas no experimentan complicaciones durante la terapia. También pueden administrarse infusiones de vitaminas como refuerzo adicional antes del procedimiento.
Las células madre pueden extraerse de dos maneras. La primera consiste en extraerlas directamente de la médula ósea. Esto se hace con una aguja y bajo anestesia. Una forma más novedosa y menos invasiva es extraer las células del torrente sanguíneo, un proceso denominado extracción periférica de células madre.
Este procedimiento sólo dura unas horas, pero requiere una inyección especial que se administra unos días antes de la intervención. La medicación inyectada hace que las células madre viajen de la médula a la sangre para que puedan extraerse con una simple extracción de sangre. Es prácticamente indoloro, ya que sólo implica el pinchazo de una aguja intravenosa.
Cuidados posteriores
Los pacientes que se someten a procedimientos con células madre periféricas tienen pocas restricciones tras la intervención, normalmente sólo un día de reposo para adaptarse a los cambios en el organismo.
Sin embargo, las personas que donan sus propias células madre directamente de la médula ósea tardan más en recuperarse, ya que el proceso de extracción es técnicamente una intervención quirúrgica.
El riesgo más común es la infección, que puede evitarse manteniendo limpia la zona de extracción mientras se cura.
Células madre: parte de un plan de pérdida de peso
Para maximizar su eficacia, la implantación de células madre para la pérdida de peso debe formar parte de un plan general, que incluya una dieta saludable y un programa de ejercicio.
A medida que el individuo comienza a perder peso, es importante hacer cambios en el estilo de vida que ayuden a mantener la pérdida, de lo contrario el peso puede volver. Un trasplante de células madre, aunque es un gran avance médico, no es una píldora “mágica” para perder peso.
Más bien, es una oportunidad para establecer un patrón que seguirá proporcionando beneficios para la salud a largo plazo y dará a los pacientes una mejor calidad de vida. Y bien vale la pena el esfuerzo.
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