En ProgenCell somos especialistas en terapia de células madre para enfermedad de Parkinson, enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento. Nuestra prioridad es ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes utilizando una alternativa diferente que los tratamientos convencionales en hospitales.
¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson (EP) es un tipo de trastorno del movimiento, es progresivo y suele comenzar de forma gradual. Se presenta cuando las neuronas, células nerviosas, no producen una cantidad suficiente de dopamina, que es el neurotransmisor más importante del Sistema Nervioso Central (SNC) de todos los mamíferos, que participa en la regulación de las funciones motoras, la emotividad, afectividad y en la comunicación neuroendocrina.
Algunos casos de esta enfermedad tienen un origen genético, pero en la mayoría no parece ser parte de los miembros de una misma familia. Suele iniciar con un temblor que apenas es perceptible en una sola mano, pero también causa rigidez y disminución del movimiento.
En las primeras etapas de la enfermedad de Parkinson, el paciente puede observar una expresión leve o nula en su rostro, que los brazos no se balancean cuando camina, que su voz se vuelve suave o incomprensible para otras personas, entre otros signos que van progresando de forma gradual.
La enfermedad de Parkinson no tiene cura, por lo que el tratamiento debe enfocarse en mejorar los signos y la calidad de vida del paciente. Algunos pacientes son candidatos a cirugías para regular zonas determinadas del cerebro con el fin de reducir el impacto de la enfermedad.
Signos
Los signos y signos varían entre un paciente y otro. En general, suelen pasar desapercibidos en las primeras etapas al ser muy leves y comienzan a llamar la atención cuando un lado del cuerpo manifiesta temblores que van empeorando hasta afectar a los dos lados.
Los signos más comunes del Parkinson son:
- Temblores. Se manifiestan como sacudidas o movimientos involuntarios que comienzan en los dedos de una extremidad, frotándose el pulgar y el índice de un lado a otro (síntoma conocido como temblor de píldora) aun cuando la mano esté en reposo.
- Lentitud en los movimientos. Este síntoma se conoce como bradicinesia y aparece en etapas más avanzadas. Consiste en el retardo de movimientos, que provoca que las tareas simples se vuelvan muy difíciles y tomen más tiempo de lo común, desde dar pasos más cortos al caminar, hasta levantarse de la silla, arrastrar los pies al caminar, abotonarse la camisa, entre otros.
- Rigidez muscular. Los músculos rígidos se pueden presentar en cualquier parte del cuerpo, causar dolor y, por ende, limitar aún más el movimiento.
- Alteración de postura y equilibrio. Los pacientes de Parkinson suelen tener una postura encorvada y dificultades para mantener el equilibrio.
- Pérdida de movimientos automáticos. La capacidad de respuesta automática para realizar movimientos inconscientes como parpadear, sonreír o mover los brazos al caminar disminuye de forma progresiva.
- Cambios en lenguaje. Tanto en el habla como en la escritura. Los pacientes con Parkinson tienen dificultades para escribir y su letra sale cada vez más pequeña; por otro lado, su forma de hablar puede ser suave, dudar antes de hablar, en un solo tono de voz, sin las inflexiones habituales, pero, también hay casos de pacientes que hablan rápidamente y manifiestan trastornos de personalidad reflejados en insultos a sus cuidadores.
Causas de la enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común después del Alzheimer. A nivel mundial, se estima que afecta a más de 8,5 millones de personas [1]. En los Estados Unidos, aproximadamente 90.000 personas son diagnosticadas con EP cada año [2]. La incidencia de la EP aumenta con la edad, y los hombres tienen 1,5 veces más probabilidades de desarrollarla que las mujeres [3].
Las causas exactas de la EP aún se desconocen. Se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales que contribuyen a la degeneración de las células nerviosas en el cerebro [3]. Esta degeneración afecta principalmente a las neuronas dopaminérgicas ubicadas en la sustancia negra del cerebro, responsables de la producción de dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento. La disminución de los niveles de dopamina conduce a síntomas motores característicos de la EP, como temblores, lentitud de movimientos, rigidez muscular y problemas de equilibrio [4].
El sistema de los ganglios basales, que incluye circuitos en diversas áreas de la corteza cerebral, desempeña un papel crucial en la regulación del movimiento. Las alteraciones en este sistema debido a la pérdida de dopamina resultan en los síntomas motores observados en la EP [4]. Aunque la EP afecta principalmente las funciones motoras, también puede influir en otros sistemas, incluyendo aspectos cognitivos y emocionales [3].
Es fundamental reconocer que la EP es una condición médica tratable. La concienciación y la educación sobre la enfermedad pueden ayudar a los pacientes y a sus familias a buscar atención médica adecuada y a manejar los síntomas de manera efectiva.
La falta de dopamina es mayor en las áreas motoras primarias y automáticas, pero los movimientos realizados al responder a un estímulo externo (música, seguir unas líneas) se realizan con más facilidad, pues este estímulo sincroniza a las neuronas.
En pacientes de EP, el cerebro compensa la falta de dopamina con mecanismos compensatorios, que aumenta la fabricación de este neurotransmisor en las neuronas supervivientes, creando más conexiones entre ellas, por lo cual, en las etapas iniciales los efectos apenas son perceptibles por el paciente y las personas de su entorno.
Sin embargo, conforme avanza la degeneración neuronal y, con ello, el desarrollo de la EP, las neuronas que producen menos dopamina e incrementan los efectos visibles en el paciente que, de no tratarse de forma oportuna, pueden tener un empeoramiento exponencial.
Cabe destacar que en las personas fallecidas por EP, la proteína alfasinucleína sobrevive a la enfermedad. Esta proteína es una de las causas de la neurodegeneración y afectación a otras regiones del cerebro, causantes de signos cognitivos o no motores ya que es responsable de propagar la enfermedad por las regiones cerebrales.
¿A quién afecta la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson (EP) afecta principalmente a adultos mayores, con una edad promedio de inicio entre los 55 y 60 años. Aunque se cree que afecta más a hombres que a mujeres, con una proporción de 3:2 [7], otros estudios indican que la incidencia es mayor en hombres [2]. La EP se distribuye de manera similar en todos los grupos étnicos.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo incluyen el envejecimiento, ya que el riesgo aumenta a partir de los 60 años [6]. Además, entre el 15% y el 25% de los pacientes tienen antecedentes familiares de EP, y se han identificado mutaciones en genes como LRRK2 que pueden aumentar el riesgo [5].
¿Qué son las células madre?
Las células madre son conocidas como la materia prima del cuerpo ya que a partir de ellas se generan todas las células con funciones especializadas. Además tienen la capacidad de reparar el tejido dañado o viejo, así como de transformarse en la célula que sea necesaria. En general, el envejecimiento está relacionado con la disminución de regeneración tisular en el organismo, siendo una especie de “reloj biológico” en el organismo para que comiencen a surgir los llamados efectos de la edad.
Las células madre se dividen para formar más células, se multiplican para formar nuevas células madre (en un proceso llamado autorrenovación), o en células especializadas (diferenciación). Por ello, al aumentar la cantidad de células madre en el organismo, la velocidad con la que se regeneran los tejidos es más rápida y el envejecimiento celular disminuye y, con ello, la capacidad con la que el cuerpo se daña y genera enfermedades también disminuye.
Bajo condiciones normales del cuerpo se producen células madre en la médula ósea y estas se liberan hacia todo el cuerpo. Sin embargo, cuando hay alguna enfermedad, estas condiciones se ven afectadas y puede disminuir la producción de células madre. Por ello, aumentar la cantidad de células madre ayuda al cuerpo a mantener ese equilibrio. Una vez que se diferencian, adquieren funciones específicas como: células sanguíneas, cerebrales, del músculo cardiaco, óseas o nerviosas. Es importante destacar que ninguna otra célula del cuerpo tiene esta capacidad natural para generar nuevas células.
Por lo anterior, las células madre tienen impacto en el sector de la salud de las siguientes formas:
- Investigación. Conocer cómo ocurren las enfermedades analizando la maduración de las células madre para formar células óseas, cardiacas, nerviosas y de otros órganos y tejidos para entender mejor cómo se desarrollan enfermedades y afecciones.
- Regeneración celular. Al infundir células madre se pueden convertir en células específicas que regeneren y reparen tejidos enfermos o dañados por lo que cada vez se utilizan más en tratamientos de medicina regenerativa.
Las personas que san probado el tratamiento con terapias con células madre son los pacientes con enfermedades crónicas degenerativas, donde el cuerpo no tiene la capacidad natural suficiente para seguir regenerando tejidos dañados.
¿Cómo ayuda la terapia con células madre a los enfermos de Parkinson?
Lamentablemente, muchos pacientes con EP tienen una respuesta limitada ante el tratamiento farmacológico convencional. Por ello, el uso de células madre es un tratamiento coadyuvante de regeneración celular, cuya aplicación es mínimamente invasiva.
Como ya mencionamos, la enfermedad de Parkinson es una condición degenerativa, progresiva y caracterizada por la degeneración de neuronas dopaminérgicas, las cuales se encuentran en la sustancia negra, específicamente en la vía nigroestriatal. Junto con la pérdida de estos grupos neuronales viene otra de neuronas relacionadas con la serotonina, noradrenalina, entre otros, que afectan a más neurotransmisores a medida que la enfermedad avanza.
A medida que ocurre la disminución neuronal, la efectividad del tratamiento convencional se reduce. Aunque existen opciones farmacológicas para el control de los signos, muchos pacientes continúan presentando manifestaciones de la enfermedad y pueden desarrollar efectos secundarios como acinesia y discinesias. Además, estos enfoques no abordan otras afectaciones asociadas a la EP, como el deterioro cognitivo, lo que representa un desafío adicional para los médicos.
Ante esta problemática, la terapia con células madre tiene un potencial terapéutico muy interesante al tener la capacidad de autorrenovación y generación de células neuronales.
El trasplante de células madre favorece el desarrollar nuevas conexiones entre neuronas (llamado sinapsis) y restaurar los niveles de dopamina en la vía nigroestriada. Por eso es una alternativa novedosa para el tratamiento del Parkinson, logrando resultados para disminuir los signos. Considerando que esta enfermedad no tiene cura, lo importante es detener la progresión de la misma y minimizar los signos.
La terapia con células madre tiene varias aplicaciones en la regeneración celular, principalmente útil cuando la cirugía convencional no se puede realizar, ya que no todos los pacientes son candidatos. Existen otros métodos más invasivos que conllevan otros riesgos, dificultades postoperatorias y mayores plazos de recuperación.
Por su parte, el procedimiento con células madre es mínimamente invasivo, no es quirúrgico, presenta un porcentaje de riesgo muy bajo, no deja cicatrices ni complicaciones postoperatorias. Se utiliza un anestésico local para la terapia ambulatoria, es un proceso asequible y con un alto porcentaje de éxito.
La mejor vía para obtener fácilmente células madre del cuerpo humano de un adulto es por aspiración de médula ósea próxima a la cadera. Aunque también se pueden obtener del tejido adiposo, es más agresivo para el cuerpo y con una recuperación prolongada e incómoda.
Otra fuente importante de células madre es la placenta y cordón umbilical de un recién nacido. El uso de células mesenquimales purificadas de un tercero (células alogénicas), también es una posibilidad cuando la médula ósea del paciente no sea la preferencia.
Tasa de éxito de las células madre en la enfermedad de Parkinson
El estudio “Terapia celular en la enfermedad de Parkinson y los factores que influyen en su éxito”, realizado por Tamara Jorquiera-Johnson y colaboradores en el Instituto Brazzini, evaluó a 58 pacientes con enfermedad de Parkinson tratados con células madre adultas autólogas de médula ósea mediante infusión intraarterial.
Los resultados mostraron que el 62% de los pacientes experimentaron una mejoría superior al 50% en los valores de la escala UPDRS. Además, se observó que los pacientes de entre 50 y 59 años presentaron mayores mejorías, mientras que aquellos entre 70 y 79 años mostraron menores avances. No se encontraron diferencias significativas en los resultados según el sexo de los pacientes [8].
Progencell, terapia de células madre para enfermedad de Parkinson en México
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Bibliografía:
[1] Organización Mundial de la Salud, “Enfermedad de Parkinson,” 2022. [En línea]. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/parkinson-disease.
[2] Parkinson’s Foundation, “Datos sobre la enfermedad de Parkinson,” 2023. [En línea]. Disponible en: https://www.parkinson.org/library/espanol/fact-sheets/enfermedad-parkinson.
[3] National Institute of Neurological Disorders and Stroke, “Enfermedad de Parkinson: Esperanza en la investigación,” 2023. [En línea]. Disponible en: https://espanol.ninds.nih.gov/es/trastornos/forma-larga/enfermedad-de-parkinson-esperanza-en-la-investigacion.
[4] Mayo Clinic, “Parkinson’s disease – Symptoms and causes,” 2023. [En línea]. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/parkinsons-disease/symptoms-causes.
[5] Parkinson’s Foundation, “Understanding Parkinson’s: Causes and Genetics,” 2023. [En línea]. Disponible en: https://www.parkinson.org.
[6] National Institute of Neurological Disorders and Stroke, “Enfermedad de Parkinson: Esperanza en la investigación,” 2023. [En línea]. Disponible en: https://espanol.ninds.nih.gov.
[7] M. Rodríguez-Violante, A. Cervantes-Arriaga, y T. Corona, “Prevalencia y factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson en Latinoamérica: una revisión sistemática,” Revista de Neurología, vol. 52, no. 4, pp. 251-257, 2011. [En línea]. Disponible en: https://movementdisorders.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/mds.29682.
[8] T. Jorquiera-Johnson, D. Grados, y K. Pacheco-Barrios, “Terapia celular en la enfermedad de Parkinson y los factores que influyen en su éxito,” Horizonte Médico, vol. 15, no. 4, pp. 44-51, 2015. [En línea]. Disponible en: https://www.horizontemedico.usmp.edu.pe/index.php/horizontemed/article/view/340.
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